Parece mentira que ya hayan pasado cuatro meses desde que llegaste a mi vida. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo y lo poco conscientes que somos de ello.
Llegaste con dificultad a este mundo, ya eras revoltoso dentro de la barriga y tenías un poco de lío con el cordón umbilical; y aun así, fuiste la cosa más bonita que yo había visto jamás. Pasamos dos días en el hospital llenos de mimos y cuidados por todos los nuestros pero llegó la hora de la verdad: a casita a vivir esta nueva aventura.
Cada vez que te miraba (y aun me sigue pasando) se me juntan miles de sentimientos y emociones: miedo, duda, alegría, felicidad... Intento cada día cuidarte lo mejor que se, intento entenderte y aprender contigo a ser mamá. Y ahora, con cuatro meses recién estrenados, tenemos que separarnos. Unas horas si, pero separarnos. Se me parte el corazón al pensar que te vas a despertar y no voy a estar para darte los buenos días, o que voy perderme segundos valiosos a tu lado, pero esto es así. La vida sigue y la baja de maternidad es demasiado corta, por no decir inexistente.
Te veo tan frágil, tan dependiente de mi (y yo de ti) que no se como vamos a salir de todo esto enano. Muchas mamás lo han hecho y lo hacen, así de fuertes somos y no nos queda otra.
Qué injusto es esto de la baja maternal, qué poco tiempo y qué difícil es conciliación laboral- familiar.
De momento solo sé que no quiero que llegue mañana, y que volvería a ese 6 de Octubre solo para no separarme de tu otros 4 meses.
Te quiero bebé.